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Está en las conversaciones de muchos padres en la puerta del colegio, a la hora del café o al terminar el día cuando comentas preocupaciones con tu marido.

(Aleteia).-El buen o mal uso que nuestros hijos hacen de las pantallas es una de las grandes preocupaciones y por mucho que escuchemos las recomendaciones de expertos, lo cierto es que lograr que en casa se imponga la mesura y la sensatez parece misión imposible.

Hoy nos hemos desayunado con la noticia protagonizada por una niña de tan solo 9 años que rápidamente ha acaparado portadas y sumarios en los medios de comunicación. Y no es para menos.

Una pequeña, que practicaba deporte, iba bien en los estudios, pero que en un momento dado empieza a engancharse a un juego, pasando noches enteras “empantallada” sin que sus padres se enteren.

El peor momento llegó una noche cuando los padres descubrieron a su hija jugando en un sillón empapado de orina. “Estaba tan enganchada que ni siquiera iba al baño”, recuerda su madre.

Me cuesta pensar cómo se puede llegar a esta situación, porque hablamos de una edad muy temprana y porque de la noche a la mañana no se invierten los hábitos de un niño tan pequeño.

Pero soy madre de tres niños, de 14, 11 y 5 años y sé con qué intensidad el cuerpo les pide pantalla, a cualquier hora del día. Sé también cómo me reprochan continuamente que ocupo un lugar top en la lista de madrastronas más impopulares por no dejarles que usen el móvil a discreción o se conecten al chat con sus amigos a cualquier hora del día.

Parece que ahora lo que marca la tendencia no es hablar de control sino de acompañamiento. ¿Alguien piensa que un niño o un adolescente tiene suficiente autocontrol como para vencer el poder adictivo de los juegos de los que hablamos? Si no tenemos total control los adultos, ¿cómo van a tenerlo los niños?

Acompañamiento siempre, pero control también.

Pero claro el control cuesta. Es incómodo, agotador y genera mucha resistencia y discusiones en el seno de cualquier hogar. Que levante la mano quien pueda decir lo contrario, por favor.

Controlar implica arremangarse, decir no, exponerse a una discusión y ofrecer alternativas en el momento del día que más cansados estamos. Creo sin embargo, que nos jugamos mucho y que merece la pena hacer el esfuerzo. Además las ocasiones de ofrecer un buen ejemplo en casa son continuas. Aprovechemos todos esos momentos.

El mundial de fútbol, sin ir más lejos. Podemos vivirlo como una invitación más a sentarnos en el sofá a ver un partido detrás de otro con un ojo, mientras controlamos Twitter con el otro. O como una oportunidad preciosa para planificar solo los principales partidos y buscar el equilibrio dejando tiempo para salir al parque a disfrutar del deporte practicándolo.

Podemos pensar que el caso de la niña de nueve años no va con nosotros, porque nuestros hijos no han pasado ninguna línea roja o asumir de una vez por todas como está haciendo la Organización Mundial de la Salud, que éste, será  uno de los grandes problemas a los que se enfrentarán nuestros hijos en un futuro. @amparolatre

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