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Espacios de Estudio, Formación
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Reflexiones vivas - Documentos - El silencio de Dios
Formación en valores y desarrollo de la personalidad

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    Documentos
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  • Un método para humanizar la empresa VI - Un testimonio elocuente de empresarios preocupados por la excelencia
  • Un método para humanizar la empresa V - Una clave para superar actitudes consideradas como opuestas
  • Un método para humanizar la empresa IV - Condiciones de la excelencia empresarial
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  • El silencio de Dios
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  • Las sinrazones del aborto XVII. La gran meta actual: evitar todo tipo de aborto
  • Las sinrazones del aborto XVI. La gravedad del síndrome postaborto
  • Las sinrazones del aborto XV. El “derecho al aborto”: una contradicción en sus términos
  • Las sinrazones del aborto XIV. El respeto incondicional a la vida: pilar básico de la sociedad
  • Las sinrazones del aborto XIII. Lo que procede es acoger la vida, no destruirla
  • Las sinrazones del aborto XII. La sinrazón de una “ley de plazos”
  • Las sinrazones del aborto XI. La democracia se asienta en la colaboración y el juego limpio
  • Las sinrazones del aborto X. Respetar la realidad es la base de la vida democrática
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  • Las sinrazones del aborto VII. Recursos tácticos inaceptables
  • Las sinrazones del aborto VI. Estrategia movilizada para la defensa del aborto
  • Las sinrazones del aborto V. Intento fallido de legitimación del aborto
  • Las sinrazones del aborto IV. Qué significa “legalizar” el aborto
  • Las sinrazones del aborto III. Vanos intentos de justificación
  • Las sinrazones del aborto II. El aborto y el regreso cultural
  • Las sinrazones del aborto I. Introducción. La práctica del aborto, un tema que da que pensar
  • La música nos hace más inteligentes
  • Ética privada y ética pública
  • La tolerancia y la libertad de expresión
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  • El poder elevador del gregoriano y la polifonía de la Escuela Romana
  • Valor expresivo del canto
  • El cuerpo humano y su alto rango
  • La PASIÓN SEGÚN SAN MATEO, de Juan Sebastián Bach (1685-1750), una experiencia estética y religiosa decisiva
  • La experiencia estética, glorificación de lo sensible
  • El poder formativo de la música
  • Una clave para una enseñanza eficaz
  • Romano Guardini, una vida consagrada a la verdad
  • La responsabilidad de los medios en el fomento de la paz
  • Romano Guardini, un gran maestro revitalizado
  • El silencio de Dios
  • Aportación decisiva del cristianismo a la cultura occidental
  • La pedagogía de la admiración y su fecundidad educativa
  • Los niveles de realidad y de conducta y su importancia decisiva en la vida humana
  • La belleza de la armonía entre naturaleza y cultura
  • La creatividad en la vida cotidiana (primera parte)
  • La creatividad en la vida cotidiana (segunda parte)



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    EL SILENCIO DE DIOS

    Un día me confesó una joven que durante varios años, tras la muerte de su madre, no pisó una iglesia ni pronunció una oración. En la niñez y la juventud había cultivado con fervor la vida religiosa. Se sentía acogida por Dios, y segura. Pero, a sus 18 años, vio un día con angustia que su madre se ponía gravemente enferma. Vivía sola con ella, y en ella encontraba afecto y amparo. No concebía la vida sin su presencia. Le confesó su angustia al confesor, y éste la remitió, sin mayores matizaciones, a la promesa evangélica "pedid y recibiréis": reza y serás oída. Todo su ser se convirtió en plegaria. Día y noche su pensamiento se dirigió insistente y angustiado al Señor de la vida y de la muerte. Todo su amor a Dios y su confianza se concentraron en sus ruegos. Pero su madre acabó sucumbiendo a la enfermedad. Una inmensa decepción se apoderó de su ánimo, y una especie de despecho contra lo divino la alejó de toda práctica religiosa. El silencio de Dios se abatió sobre su espíritu como una sombra maléfica y destructora.

    Una y otra vez en la vida, ante experiencias semejantes nos planteamos la pregunta decisiva: ¿Está justificado el escándalo por el silencio que Dios parece guardar ante las desgracias que ocurren en la vida, sobre todo las que afectan a personas inocentes? Tener que presenciar, impotentes, el espectáculo siniestro de las crueldades cometidas con los hombres por sus mismos hermanos o por un destino adverso nos lleva a pensar que el mundo y la existencia humana carecen de sentido, son radicalmente "absurdos".

    Para no vernos enfrentados a esta conclusión desoladora, celebraríamos sobremanera que tuvieran lugar golpes de efecto por parte de Dios que dejaran patente la conexión entre el carácter amoroso del Creador y la marcha de los acontecimientos en el mundo. Ello permitiría a los hombres palpar lo religioso, tocarlo, convertirlo en una experiencia cotidiana irrefutable. Seguimos, como los antiguos judíos, pidiendo "signos", y éstos permanecen ausentes. Todo parece llevarnos a la conclusión de que debemos arreglar nuestra vida por cuenta propia, en una soledad acosada por este viejo enigma: "¿Tiene sentido una vida abrumada de dolores y abocada a la muerte?"

    Actualmente, son numerosos los escritores que preguntan si es posible aceptar a Dios y llevar una vida religiosa habiendo existido los campos de exterminio en Europa central y oriental. La terrible experiencia del escritor judío Elie Wiesel nos sigue sobrecogiendo todavía hoy:

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