Redes Sociales

Perú. Entrevista a Nelson Manrique. Internet y Redes sociales: Una alucinación consensual

Portada de «Una alucinación consensual: redes sociales, cultura y socialización en internet» (PUCP, 2016). Imagen: Fondo Editorial PUCP.

 

(sophimania.pe – Perú).- Internet y las redes sociales vienen produciendo un cambio no solo en las comunicaciones sino en la cultura misma de las nuevas generaciones. El fenómeno es relativamente nuevo y como objeto de estudio es aún elusivo porque estamos en pleno proceso de transformación. No son muchos los investigadores en el mundo que abordan y analizan sus complejidades.

En el Perú, Nelson Manrique es quizá el único que de manera académica viene estudiando desde hace varios años el impacto del internet en la sociedad peruana.

 

Sociólogo e historiador, Nelson Manrique es un investigador destacado de la realidad social peruana. Autor de numerosos libros y ensayos, acaba de presentar su último libro, «Una alucinación consensual: redes sociales, cultura y socialización en internet» (PUCP, 2016), una investigación que contribuye a comprender nuestra nueva alucinación epocal, el Internet.

 

Luis Enrique Mendoza [LEM]:  En el título de su libro, “Una alucinación consensual”, Ud. alude a un fragmento del “Neuromante” (1984), novela de ciencia ficción de William Gibson, a quien se le atribuye haber acuñado el término ciberespacio ¿Qué ha querido establecer con este guiño intertextual?

 

Nelson Manrique [NM]: A una idea de la realidad que nos obliga de alguna manera a redefinir lo que hemos pensado y caracterizado de la realidad. Habitualmente, por lo menos para mi generación, la realidad era lo tangible, una realidad referida a lo que existe en concreto, una realidad material. Pero lo característico de la realidad actual es su intangibilidad. Las relaciones que se tejen en las redes sociales son construidas en base a un consenso de inmaterialidad. Una inmaterialidad alucinante y sensorial. Y compartimos un conjunto de códigos, un conjunto de relaciones y desplegamos un conjunto de estructuras que son intangibles pero que son reales porque tienen efectos en la realidad concreta, en la realidad material.

 

[LEM]: ¿Cómo viene redefiniendo el internet las fronteras entre lo público y lo privado? ¿Cómo ha variado el tejido de nuestras relaciones interpersonales?

 

[NM]: Yo diría que muy profundamente. Nos obliga a utilizar el cerebro de otra manera. Como profesor me encuentro con cosas tan cotidianas como la impaciencia, la exasperación de mis colegas ante la incapacidad de los estudiantes de concentrarse en una sola cosa. Los jóvenes ahora son distintos. Un joven ahora está leyendo un texto, está escuchando música, está manteniendo una conversación por chat y está revisando materiales en Internet. Todo al mismo tiempo. Y creo que la suya es una estrategia más adecuada en una época en la que, debido al internet, vivimos en un océano de información.

 

Antes del internet, el trabajo de investigación consistía en una búsqueda de información. Y conozco muchos casos de investigadores que hicieron su fama únicamente en conseguir información. La técnica de investigación era un valor en sí. Sin embargo, ahora la información sobra y más bien hay que discriminar entre la información sólida y lo que es ripio y basura. Y lo que vale ya no es la información sino lo que hacemos con la información, qué valor agregado podemos añadirle. Para eso se necesita un cerebro multitasking, un cerebro que pueda trabajar en tareas múltiples, un cerebro muy distinto al cerebro lineal como el que estamos acostumbrados a recordar, sobre todo desde Gutenberg.

 

Otra dimensión en la que se explicitan estas diferencias y que visibilizan la relación entre lo público y lo privado está referida al uso del lenguaje. Por ejemplo, para mi generación la distinción entre lo escrito y lo oral era muy profunda. Dichos como «lo que se escribe queda y las palabras se las lleva el viento» aludían a estrategias comunicativas diversas, a los límites entre lo escrito y lo hablado. Uno podía decir muchas cosas que de ninguna manera se animaría a ponerlas en escrito por la responsabilidad que esto supone. Pero, ¿qué pasa con los jóvenes cuando la comunicación escrita tiene mucho de oral, como sucede en los distintos tipos de chat? Hay textos escritos, cierto, pero también hay la inmediatez de la comunicación interactiva, oral, en tiempo real, el pingpong de preguntas y respuestas. Por tanto, esta separación entre lenguaje oral y escrito tiende a borrarse y creo que eso explica alguno de los problemas que se plantean en el estado actual del racismo en el Perú.

 

El despliegue alucinante de racismo, la violencia verbal que apareció en contextos como, por ejemplo, la elección presidencial de Humala. Un momento en que apareció lo peor de nuestra herencia colonial, sobre todo en los jóvenes que están en la lógica de hablar como si estuvieran en el pequeño grupo donde uno dice barbaridades entre cuatro o cinco personas, pero que puesto en internet se convierte en un texto público y tiene todo un conjunto de consecuencias sociales. Entonces, tenemos que redefinir nuestras fronteras comunicativas, nuestras estrategias cognitivas, tenemos que situarnos de otra manera porque los cambios en comunicación no se quedan en la esfera de lo comunicacional, sino que afectan muchas otras dimensiones de la subjetividad personal y social.

 

[LEM]: ¿Estamos frente a una suerte de oralización de la escritura, algo así como el tránsito de una escritura de filtros hacia una escritura desbocada, extensiva de nuestra oralidad en el mundo?

 

[NM]: Diría que va un poco más allá. Durante más de cien mil años la comunicación humana fue oral, la escritura apareció hace cinco mil años, el libro se difundió hace quinientos años, la alfabetización es producto del siglo XX, y de la hegemonía del libro como espacio por excelencia de la comunicación hemos pasamos a lo largo del siglo XX a un conjunto de tecnologías, la radio y la televisión, que incorporaron la oralidad en el lenguaje escrito. Pero con internet lo que tenemos es un producto multimedia que a través del hipertexto articula de manera mucho más compleja lo escrito, lo oral, la imagen, el movimiento, las representaciones virtuales, etc. Todo un conjunto certezas cognitivas, comunicativas, cuya característica central está por un lado en la convergencia de distintas tecnologías, la intercomunicación entre distintos espacios y la borradura entre lo escrito y oral. Ahora bien, hay que recordar que estamos en medio de un proceso de cambios muy profundos. Hace cinco años las redes no tenían mayor significación y recién empiezan a aparecer nuevos fenómenos y estrategias comunicativas. El proceso de innovación tecnológica no se detiene, estoy pensando en el grafema. Nuevas formas de utilización de la informática que abren una serie de posibilidades incluso difíciles de avizoraron en este momento.

 

[LEM]: La borradura entre lo público y lo privado y la redefinición de nuestros horizontes comunicacionales también nos plantean una nueva lectura de la globalización. La globalización no es un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad, ¿cuál es el elemento diferenciador del actual proceso globalizador?

 

[NM]: Lo fundamental sería la desigualdad. La desigualdad de oportunidades, la desigualdad de acceso, la brecha digital. Que a su vez es una consecuencia del grado de desigualdad estructural que ha puesto en juego el proceso de globalización neoliberal. Nunca en la historia de la humanidad se ha concentrado la riqueza como hasta ahora. Nunca la velocidad de la concentración de la riqueza, en un lado, y la generalización de la pobreza, en el otro, ha sido tan grande.

 

Hace unos años revisaba cifras de Oxfam que mostraban que el año 2014 se llegó al punto en que 92 familias tenían un patrimonio equivalente a lo que tienen la mitad de la humanidad pobre. ¡Me pareció una barbaridad! Pero reviso las cifras del 2015 y ahora solo son 52 familias las que tienen ese patrimonio. Y esto tiene consecuencias en términos de que el acceso a internet no es un derecho gratuito, sino que en realidad está regido por la lógica del mercado y por tanto la desigualdad económica supone desigualdad en el acceso a internet, desigualdad de oportunidades, en brecha digital. Y en ese sentido, la llamada parte negativa de internet no es una consecuencia del qué es internet sino más bien de la aparición de internet y su posterior desarrollo. En algunos casos, el acceso a la sociedad digital termina agravando las desigualdades. Los desconectados están en una situación peor en términos relativos de cómo estaban antes de que se expandiera internet.

 

Ahora bien, internet es una herramienta y las herramientas no tienen consciencia. Internet no es buena ni mala. Creo que internet puede ser una excelente oportunidad de integrar a la gente, dar oportunidades, dar acceso, reducir barreras geográficas, y permitir el despliegue de una serie de capacidades. Puede ser todo eso o puede ser, por el contrario, un medio para profundizar la exclusión, una forma de profundizar la brecha entre los humanos, hacer el mundo más difícil de vivir. Y eso no tiene que ver no con qué es internet, sino con las políticas de desarrollo relacionadas al acceso a internet.

 

Lo que me parece absolutamente claro es que la ilusión de que todo puede ser solucionado por el mercado no funciona. Para expresarlo en sencillo: si yo soy ejecutivo de una empresa que da acceso a las telecomunicaciones y me dan a escoger entre incrementar el número de accesos, digamos, de teléfonos inteligentes en Chacarilla o Monterrico, o conectar a las comunidades alejadas del Cusco o Andahuaylas, desde el punto de vista mercantil, desde la lógica de mercado, es más racional invertir en Chacarilla o Monterrico porque la gente tiene mayor capacidad de consumo y porque tiene más dinero para poder utilizar esos recursos. Mientras que para conectar a una comunidad de Chumbivilcas cuesta mucho en términos de la infraestructura para llegar a ese lugar y la tasa de retorno va a ser muy limitada porque son campesinos que tienen poco dinero y por lo tanto van a utilizar poco los recursos de comunicación.

 

Por eso digo que ese no es un problema de mercado, sino de derechos. Y son las políticas estatales las que tienen que permitir un acceso igualitario a un servicio como el internet. Por ejemplo, Chile se colocó como el país con la mayor penetración de internet a través de una política estatal que asegura que las empresas proveedoras del servicio se comprometan a dar acceso a las comunidades indígenas más alejadas, los mapuches y los aimaras. Y logró que las empresas proveedoras se comprometan de conectar al conjunto de colegios a la red nacional. Esa es una política de desarrollo, una política de Estado. Y ya sabemos que Chile no es país proteccionista sino un país liberal. Y esa es la lógica que creo que tiene que presidir la manera en cómo el Estado peruano tiene que complementar aquello que el mercado no va a hacer. Regular, compensar, equilibrar y asegurar la asignación equitativa de los recursos.

 

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Nelson Manrique Gálvez. Foto: La Primera

 

[LEM]: En lugar de concentrarse en los límites que imponen las nuevas tecnologías para la interacción social, prefiere concentrarse en las posibilidades que ellas otorgan. ¿No hay lugar para el pesimismo, acaso, en la relación humano-ciberespacio? ¿Si tomamos al pie de la letra la hipótesis del capitalismo «informacional» (Castells) encarnado en la red de redes, el ser del humano puede terminar perdiendo más de lo que creer ganar con la Internet y redes, no le parece?

 

[NM]: Creo que no hay respuestas a este tema si uno se queda en el internet y no situamos la revolución de internet dentro de una revolución mucho más general de los cambios mundiales que se han estado produciendo. Creo que lo más relevante es que la sociedad industrial de masas está en crisis y se está desplegando un nuevo orden, la denominada sociedad de la información, es decir, el capitalismo informacional. Un estadio que está más allá de lo industrial y que supone un viraje profundo en una serie de tendencias que eran centrales y decisivas en la sociedad industrial. Tendencias como la desmasificación, la descentralización, la desmaterialización, la deslocalización, suponen un viraje de 180º en tendencias históricas del periodo industrial. ¿Qué consecuencias tienen en eso en lo práctico? Para el tema que estamos hablando, me parece fundamental la crisis de la identidades sociales duras de la época industrial.

 

Cuando hablo de identidades duras me refiero a identidades que son casi ontológicas. La identidad de clase, por ejemplo. Durante los setenta y ochenta la categoría «clasismo» tenía una tremenda fuerza política. Ser propietario era casi una cuestión ontológica. También la cuestión nacional era una identidad dura, la identidad sexual también era una identidad dura. Y todo esto responde a una forma de organización general de la sociedad donde la característica es la masificación, la formación de esquemas masivos de producción, de consumo, de opinión, “el hombre masa”, las masas como sujetos de la historia, los procesos sociales masivos, etc. Los problemas de la humanidad no parecen tener solución sino es a través de lo masivo. Me refiero al protagonismo popular, la organización social, la militancia política. Sin embargo, en 20 años esto ha cambiado radicalmente y creo que Manuel Castells tiene razón cuando habla de una nueva sensibilidad basada en lo que es el individualismo en red. Se rompe este horizonte colectivista, entra en crisis la idea del socialismo y de los grandes relatos y se impone más bien la lógica de la competencia, del emprendedurismo, etc.

 

Al mismo tiempo estamos ante un proceso de individuación que no necesariamente tiene que ser en sí mismo negativo, como en su faceta individualista, y que puede ser positivo si es visto y experimentado como una nueva forma de comunicación, una nueva manera de situarse en el mundo. Todo esto paradójicamente en medio de una revolución comunicativa. En ese sentido, la preocupación del libro va por el lado de cómo este nuevo entorno redefine las relaciones sociales tradicionales, y de cómo algunos de los procesos y conflictos más importantes de la sociedad industrial se redefinen y vuelven a aparecer con mucha fuerza en la sociedad informacional. Relaciones agresivas coloniales como el racismo aparecen con una tremenda fuerza con la base de las nuevas tecnologías, y esto trae una refuncionalización de las relaciones sociales ya existentes. No debemos perder de vista que estamos en un periodo de transición, muchas de las cosas de la sociedad industrial siguen siendo dominantes. Pero se está expandiendo una nueva lógica y creo que es claro el sentido del conjunto del proceso.

 

Por otra parte, este proceso tampoco es homogéneo y lineal. Se da sobre todo en los sectores de la sociedad peruana que están completamente integrados y occidentalizados. Globalizados a todo nivel, consumo, relaciones sociales, económicas, etc. Y sin embargo aún tenemos sectores que no tienen siquiera electricidad, que no tienen teléfono. Donde analfabetismo no solo es digital sino también escritural. Ahora bien, el libro se ha limitado a explorarlo en Lima, la muestra con la que hemos trabajado está focalizada en esta zona, aunque me hubiera encantando tener la información a nivel nacional. Es un consuelo pensar que Lima es la tercera parte de la población, que es donde está el sector de punta de esa revolución comunicativa, pero es una limitación que espero puede ser superada por otras investigaciones con una visión de conjunto de lo que está pasando a nivel de toda la sociedad peruana.

 

[LEM]: Afirma en su libro que su objeto de estudio no son Facebook ni Twitter en cuanto a receptáculos tecnológicos, sino las redes sociales, los juegos de poder, el tipo de comunicación que se despliega a través de ellas. ¿Podría explicarnos un poco esta orientación investigativa, cuál es la sutileza entre el objeto de estudio y lo que éste despliega en su uso social?

 

[NM]: Mi tema de investigación son las relaciones sociales que se desarrollan sobre la base de las redes tecnológicas. Y ahí hay una precisión importante que hacer. Cuando hablamos de sociedad de redes, de redes sociales, vemos que es un fenómeno nuevo, sin duda, pero también hay ver que estas son redes que se añaden a otras redes que vienen incluso desde el comienzo de la humanidad. Nos percatamos de la importancia de las redes, de otro tipo de redes, en las cuales estamos inmersos cuando las redes de la comunicación se vuelven omnipresentes. Eso es lo que sucede en la actualidad. Pero la propia aparición de la vida supone la existencia de redes biológicas, la información está codificada en el ADN, que es muy semejante a la estructura de la información digital. En realidad, el ADN, que es el código de la vida, puede leerse como un sistema numérico cuaternario. Vivimos en medio de redes, construimos redes sociales, redes de todo tipo, redes económicas, redes políticas, redes de parentesco, redes biológicas, redes naturales. Nuestra vida discurre en redes, lo particular en esto es que estas nuevas redes viene a insertarse y entran en comunicación con otras redes preexistentes; en paralelo a la revolución informática, digamos, a nivel de los grandes cambios que se producen a nivel científico, el motor de los cambios es la física cuántica, lo que supone una revolución biotecnológica al mismo tiempo que una revolución informática, y entonces se dan procesos de convergencia entre estas tres grandes ramas científicas y, por lo tanto, hablar de redes sociales es hablar de una realidad parcial, de un tipo particular de redes, pero que están enlazadas, articuladas con una serie de redes con las que interactuamos cotidianamente.

 

[LEM]: Una suerte de metáfora extensiva entre las redes sociales, virtuales y biológicas… Ahora pasemos al método. En su investigación Ud. introduce dos encuestas sobre el uso de internet. Ya nos mencionó que están focalizadas en Lima. La primera realizada en el 2001 y la segunda en el 2011. En términos generales, ¿cuál es el resultado comparativo en ese arco de tiempo?

 

[NM]: En primer lugar, empezamos en el 2001 con un tipo de acceso a internet centrado en las cabinas internet. De alguna manera en esa época compensamos la falta de recursos económicos, compartiendo el acceso a internet a través de las cabinas debido a que había mucha gente que no tenía computadora en casa, que no tenía redes por no tener teléfono. Pero que a través del pago una cantidad modesta tenía acceso por horas a internet vía las cabinas.

 

El fenómeno de las cabinas es absolutamente dominante en el 2001. En el sector E el 92% se conectaba dominantemente a las cabinas y el 51% del sector A también lo hacía. En el fenómeno de las cabinas he encontrado una muestra social representativa de todos los estratos de Lima. Diez años después eso ha cambiado y esto se refleja en la naturaleza de la encuesta porque ahora las cabinas son representativas de los sectores D y E que son los que las siguen usando, mientras que los sectores A, B y C han entrado a la conexión domiciliaria.

 

La investigación muestra que las cabinas no solo eran el lugar donde se accedía a internet, sino que eran espacios de socialización. Quiere decir que en los jóvenes no había la respuesta de agarrar una computadora para encerrase en la pantalla, sino que las cabinas eran lugares de encuentro donde se concertaban citas, salidas, paseos, actividades juveniles, puntos de socialización. Y esto se reduce drásticamente en la medida en que se privatiza el acceso a internet vía las comunicaciones domésticas.

 

En segundo lugar, una de las cosas que nos parecieron particularmente interesantes para enfrentar una serie de prejuicios con relación al acceso a internet, es que la parte dedicada al entretenimiento no era la dominante, pues el espacio dedicado a buscar información era y es muy fuerte, Y creo que se hace una mala imagen al internet cuando se reduce la utilización simplemente al entretenimiento. Creo que esto está vinculado, en el caso de países como el Perú, con el proceso de migración familiar. Miembros de la familia que migran en búsqueda de mejores oportunidades laborales, que contribuyen con la comodidad familiar cuando se obtienen recursos en el país de llegada. En este contexto, internet se convierte en un medio muy importante de comunicación vía la telefonía IP, que es la telefonía que se hace a través de internet. El caso emblemático es Skype. Y eso es posible porque el ancho de banda de las redes y la potencia de los microprocesadores permiten procesar información visual e información de vídeo con una cierta calidad.

 

 

Parte 2 de la entrevista a Nelson Manrique sobre «Una alucinación consensual: redes sociales, cultura y socialización en internet».
 

[LEM]: Haciendo un poco de historia del caso peruano, ¿podría resumirnos brevemente el papel que jugó la Red Científica Peruana en la década de los noventa para la difusión del internet en el Perú?

 

[NM]: Bueno, internet surge en Estados Unidos como una red militar, el ARPANET. Esto dentro de la agencia de proyectos avanzados de investigación del Pentágono. Después internet es transferida a la Fundación Nacional para la Ciencia. Queda en manos del sector académico, se desarrolla en los campus universitarios y de los campus es que llega al mundo. En el Perú es a través de la sociedad civil, básicamente sectores universitarios y ONGs, que deciden agruparse para tener acceso a este nuevo recurso. De esta manera un conjunto de universidades, la PUCP, la Cayetano Heredia, la Pacífico, y un conjunto de instituciones como el IEP y DESCO, entre otras, deciden fundar la Red Científica Peruana. Originalmente es un proyecto interinstitucional. Hay muchas anécdotas de esa etapa, la red de la PUCP se gestiona a partir de los insumos tecnológicos que cabían en las maletas de gente que iba y venía, aprovechando los viajes de profesores, amigos, contactos. Había mucha mística, había mucho ingenio para armar las redes.

 

Originalmente internet estaba confinada a las universidades. Posteriormente, se decide abrir este insumo a un espacio social más amplio y es la Red Científica Peruana la que entrega la primera cabina de internet, que funcionó en el auditorio municipal de Miraflores. Había unas cuantas computadoras y la gente que sabía de esto podía conectarse a internet. También hubo otros esquemas. Se trajo un modelo que existía en otros países que es el de los denominados cafés-internet. Como sucedía en Buenos Aires, en París, en Londres. Me refiero a cafés convencionales a los que les ponían computadoras con conexión a internet. Uno podía pedir un café y tener media hora de internet pagando una cantidad determinada. Sin embargo, aquí la propuesta no pega por la crisis económica heredada del primer gobierno de Alan García, lo que reducía la capacidad de consumo. Tampoco tenemos una gran tradición de café. La tradición del café, de ir a un café, es limitada en comparación con otros países, como sucede en Argentina. Es la vida del café, del “boliche”. Pero lo que aquí va a pegar es el modelo de la cabina de internet porque es muy económico y ahí entra en juego el factor político.

 

Estamos a mediados de los noventa y es el proceso de ajustes económicos, la reforma neoliberal impulsada por el gobierno de Fujimori. Y el despido de decenas de miles de trabajadores, empleados del Estado. Se reduce drásticamente las planillas, se despide gente y en muchos casos se compra la renuncia de las personas. Mucha gente que de todas maneras iba a ser despedida opta por recibir este dinero, y entonces tenemos personas que han trabajado, que son de clase media, con un nivel de instrucción correspondiente al de un empleado público, que han estado diez, quince o veinte años trabajando en la actividad estatal y que se quedaron desempleados y que tenían que ver cómo sobrevivir. Tenían un pequeño capital, una proximidad de indemnización, en unos casos pusieron negocios, armaron bodegas, ferreterías, etc.

 

Pero también hay otros actores que encuentran la oportunidad de poder ganarse la vida poniendo una cabina de internet. Algunos tienen un espacio de la casa disponible, un garaje desocupado, se compran cuatro, cinco, seis computadores de segunda mano, se consiguen acceso a internet, se conectan todas las computadoras. Listo. En muchos casos contratan a estudiantes de informática, gente que entró a trabajar como administradores de las cabinas. Entonces, paradójicamente, se formó un círculo virtuoso entre la necesidad de ganarse la vida de los sectores de la clase media desempleados y la oportunidad de dar acceso a internet por un precio accesible a gente que iba a las cabinas. Son estos procesos los que van a permitir que el Perú esté entre los cuatro países más conectados de América Latina, lo cual es una paradoja sorprendente porque era el país que estaba en peor situación económica, la hiperinflación, el terrorismo, el autoritarismo. Un país con poca infraestructura de comunicación, con bajos niveles en educación, y que a pesar de eso estuvo entre los países más conectado de América Latina. La explicación es que esto es producto, por un lado, de las cabinas de internet y, de otro lado, de la existencia de factores en nuestra cultura que favorecen una relación de aprendizaje e investigación con las nuevas tecnologías.

 

[LEM]: En su libro sostiene que el colapso de la política de masas y la expansión del individualismo ha producido una crisis de lo político. ¿Cómo así? ¿Qué escenarios plantea esto para el Perú?

 

[NM]: Las crisis políticas se dan dentro de un sistema político preexistente. Pero lo que sucede actualmente es distinto. Estamos ante el cierre de una fase histórica, y esto es a nivel mundial. Los partidos modernos y la política han tenido como sujeto histórico a las masas. El contexto es la sociedad industrial de masas, el hombre masa, la formación de grandes conglomerados productivos, una empresa promedio con decenas de miles de trabajador, personas con intereses semejantes que identificaban adversarios comunes, plataformas y demandas comunes, y que dieron lugar a las masas, a los sindicatos, a los gremios, a la organización, a la política de masas, al socialismo, etc.

 

Todo esto es parte compleja de la sociedad industrial de masas, pero… ¿qué pasa en la transición al capitalismo informacional? Los procesos productivos cambian. Ya no encontramos una fábrica con mil o dos mil trabajadores. El modelo de la empresa eficiente actualmente es la pequeña y mediana empresa, pequeñas empresas con veinte o cincuenta trabajadores, articuladas en red como grandes racimos. Lo que estoy diciendo es que junto con la crisis de la sociedad industrial vino la crisis de las masas como tales y con la crisis de las masas entra en crisis la política de masas.

 

En Europa, por ejemplo, el partido comunista de Italia, o el francés, tenían una composición obrera muy clara, un 25% aproximadamente. Pero todo esto entra en crisis irreversible cuando se da el proceso de desmasificación. En este momento lo que tenemos es que la mayoría de barrios obreros de París están abandonados, la gente está desempleada y la gente que vive en esos barrios antiguos vota por la ultra-derecha, o por el partido proto-fascista, el Frente Nacional. Desaparecieron las masas y con ello desapareció la política de masas. Y entonces hubo un desequilibrio gravísimo porque la llamada burguesía pudo reactualizar con mucha facilidad las redes del servicio y construyó redes económicas que permitieron la formación de redes financieras. Un capitalismo que funciona a tiempo real, a nivel global, que reduce drásticamente los costos de información de tal forma que si hay una crisis en China esta repercute inmediatamente en todo el mundo. Mientras tanto la lucha de trabajadores está en escala nacional y pierde fuerza global. En un capitalismo globalizado, luchar por la estabilidad laboral es luchar contra la corriente porque los capitalistas, los inversores, pueden amenazar diciendo que si no se les da lo que quieren se van a ir a otro país. ¡Y pueden hacerlo! Entonces la huelga de los trabajadores en muchos casos simplemente da para defender el trabajo individual, y ya no hay posibilidad de presionar para mayores demandas. Hoy predomina la movilidad social. Ya no funciona la política de masas, ya no funcionan los sindicatos, los partidos entran en crisis, desaparecen los grandes partidos, y lo que tenemos son maquinarias electorales que se activan para las elecciones. El partido como prolongación de la familia ya no funciona.

 

Hay una crisis de la política, pero necesitamos a la política porque los grandes problemas sociales no están resueltos sino en muchos casos han empeorado. ¿De qué se trata? De reinventar las formas políticas y creo que ese es el proceso que se está dando con el conjunto de movilizaciones que combinan la movilización territorial con la movilización en las redes. Estoy pensando en las movilizaciones contra la repartija, la ley pulpín, y las recientes movilizaciones electorales. Creo que los resultados de las últimas elecciones presidenciales son incompresibles sin las redes sociales. ¿Por qué? Porque actualmente hay un control de los medios de comunicación, somos un país donde un conglomerado mediático controla las cuatro quintas parte de la prensa escrita, lo cual aparentemente aseguraba el triunfo de la derecha. Pero el susto lo dio el Frente Amplio, Verónika Mendoza. Y esto se debe en parte a la fuerza de las redes sociales.

 

Al mismo tiempo, y esa es una cuestión que subrayo en el libro, las redes de por sí no cambian el mundo. Si un evento solo tiene impacto en internet eso no tiene grandes implicaciones políticas, las cosas cambian cuando se construye una interacción entre la movilización concreta y el trabajo con las redes sociales. Y todo esto está reinventando la política, está construyendo nuevas formas de hacer política.

 

[LEM]: Aborda en su libro el tema de la discriminación y el racismo. ¿Cómo se despliega la discriminación social en las redes y medios sociales del Perú? ¿Cuál es el lugar que ocupa la categoría de los «amixer» dentro de trabajo de investigación?

 

[NM]: Hay una vinculación muy fuerte en el caso peruano entre el racismo antiindígena que se despliega y la migración. Digamos que hasta mediados del siglo XX había una situación de relativa separación entre la sierra y la costa, la sierra estaba cerrada sobre de su propio espacio, la costa en el suyo. Pero con la crisis agraria de mitad del siglo XX todo cambia. Bajo el proceso de modernización capitalista se produce una enorme migración del campo a la ciudad. Las grandes ciudades como Lima se andinizan, millones de pobladores caracterizados como indígenas en sus lugares de origen migran a la ciudad y se convierten en “cholos”. Y esto da lugar a toda una reacción que tiene una expresión racista. Y en este punto creo que es importante ver qué ha pasado con las tres generaciones de la migración que ya llevan más de cincuenta años en Lima.

 

La primera generación era gente que venía de sus provincias, que reproducían la cultura de su terruño a través de los clubes provinciales, departamentales, que se reunían en los coliseos para recrear su música, en los coliseos actuaban músicos folclóricos y los migrantes y sus familias iban para socializar, para divertirse, para mantener vínculos con su tierra. Y sus medios de expresión era la música, el huayno, el pasacalle, la chuscada, etc. En cambio, la segunda generación, la de los hijos de emigrantes, ya no tienen el referente del agro, de la vida natural, del contacto con la naturaleza, ya no tiene mucho sentido las metáforas relativas al río, al árbol, a la vida campestre, campesina. Estos son jóvenes migrantes de segunda generación que van a crear su propio género musical, la chicha, que es la que puede expresar sus vivencias. El desempleo, la búsqueda de progreso, las penas amorosas, etc., el asentamiento en la ciudad, todo esto va a verse reflejado en la música chicha. Y el espacio de socialización de esto van a ser los denominados “chichodromos”, zonas del centro de Lima, estoy pensando en el Paseo Colón, que se convierten en locales para fiestas chichas los fines de semana, canchones convertidos en espacios de baile, zonas de la carretera central, entre otros lugares. Entonces había una discriminación muy grande contra ellos y todo lo que los involucra. Son discriminados y segregados, son vistos como peligrosos. Hay una segregación espacial. Hay gente que no ha ido nunca a lugares como estos. Y viceversa. Hay gente del Porvenir o del Cerro San Cosme que nunca ha estado en las Casuarinas o en Miraflores. Hay una segregación espacial.

 

La tercera generación, los nietos de los migrantes originales, ya no escuchan chicha sino reggaetón. A diferencia de las dos generaciones anteriores su espacio de socialización no solo es físico sino también virtual. Se articulan no es los chichódromos o en los coliseos, sino en las redes sociales. Y esto va a provocar un choque con los sectores sociales que se sienten dueños de la ciudad y del país. Primero se expresa con el choque entre HI5 y Facebook. HI5 es una red social que permite el despliegue de una estética cargada de colores chillones, chirriantes, muy compatible con la cultura chicha. Una red menos compatible con las representaciones de los sectores más occidentalizados y cosmopolitas. Y esto cambia cuando aparece el Facebook. Y cuando los jóvenes “mestizos” empiezan a llegar los sectores prestigiosos los reciben de una manera muy violenta. Existe una cantidad de páginas bajo el nombre de “fuera amixer de Facebook”, “amixer váyanse a HI5”, etc. Y lo que uno siente es que hay el intento de privatizar el espacio público, en este caso el virtual, y el intento de construir una segregación en el espacio virtual. Es decir, la discriminación transformada en una separación de espacios físicos. Se segrega a través de guetos, se segrega cercando los espacios públicos, cercando las playas, los barrios, poniendo guachimanes, puertas, candados, controles. Pero segregar a esta última generación, la tercera, es imposible porque las redes sociales son abiertas, basta que yo tenga un sol para contratar una hora de cabinas de internet para poder acceder a Facebook. Por lo tanto, no funciona la ilusión de algunos sectores acomodados y discrimadores de excluir a un grupo social menos privilegiado. Y es allí donde va a surgir este racismo profundamente agresivo que caracteriza a este grupo social como “amixer”. Que rechaza su estética, su manera de relacionarse, y que no se limita a rechazarlos, sino que hay cuentas de muchachos de sectores medios que se meten a las páginas de los denominados “amixer” para bajarse fotos, burlarse de ellos y denigrarlos públicamente.

 

Entonces vuelvo sobre un tema que había planteado anteriormente. ¿Por qué la violencia verbal de ese racismo tan agresivo, con tanta violencia simbólica? Mi posición es la siguiente. Ante la imposibilidad de segregación física, se vuelve necesario extremar las barreras simbólicas que separan a los grupos sociales. La descalificación del otro en las redes es una manera de construir una identidad por oposición a los otros, los “amixer”, que son vistos como invasores. Sin embargo, como el espacio virtual en principio es de libre acceso, estamos ante una segregación fracasada.

 

* Entrevista de Luis Enrique Mendoza Chávez

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