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Periodista, un oficio peligroso

Este año han perdido la vida ya 56 periodistas, 3 más que en todo el año 2017

(Aleteia).-No hay ninguna confirmación y quizás no llegue nunca. Estamos hablando del caso del periodista saudí Jamal Khashoggi, del que no se sabe nada desde que el martes 2 de octubre entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul, en Turquía, para llevar a cabo algunas gestiones de cara a su inminente matrimonio con su novia turca Hatice Cengiz.

Según las autoridades turcas, el periodista, muy crítico hacia la dinastía reinante, la de los al-Saud (que ha dado su nombre al país), y en particular hacia el príncipe hereditario Mohammed bin Salman (conocido también con las siglas “MBS”), nunca habría salido de la sede diplomática.

¿Qué le ha pasado a Jamal Khashoggi?

Turquía asegura que Khashoggi, que por motivos de seguridad se había autoexiliado en EE.UU., donde escribía para el Washington Post, fue asesinado e incluso despedazado con ayuda de una sierra. “Es como Pulp Fiction”, afirma una fuente, citada por el New York Times (9 octubre).

En confirmación de esta brutal tesis, los investigadores turcos anuncian que el mismo día de la desaparición del periodista, de 59 años, llegaba de Riad a Estambul un equipo especial “mandado adrede para el asesinato” compuesto por 15 agentes, revela el Washington Post (6 octubre). Los 15 miembros llegaron a bordo de dos aviones privados, que se fueron la misma noche del martes 2 de octubre, uno hacia los Emiratos Árabes y otro hacia Egipto.

También el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que en el desencuentro diplomático entre Qatar y Arabia Saudí se puso del lado del emirato (el cual dio las gracias al presidente, regalándole un lujoso Boeing 747-8i), ha intervenido en el caso y pidio a Riad que proporcione pruebas de que Khashoggi dejó por su propio pie el consulado, como sostiene el gobierno saudí.

Aunque el príncipe bin Salman, en una larga entrevista con el sitio Bloomberg.com se declaró dispuesto a dejar entrar a los investigadores turcos en el consulado de Estambul, diciendo que “no hay nada que esconder”, el caso Khashoggi muestra una vez más cuán peligroso puede ser el oficio de periodista, sobre todo cuando acaba en el punto de mira de gente muy poderosa, o indaga en los casos de corrupción.

El caso Marinova

Este parece ser justamente el caso del brutal asesinato de una joven cronista búlgara,     , cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el sábado 6 de octubre en un pasque en la ciudad de Ruse, en el norte de Bulgaria, junto al Danubio, en la frontera con Rumanía. La joven periodista de investigación y presentadora de la emisora televisiva TVN había sido violada y estrangulada, revelan las fuentes, entre ellas el sitio Politico.eu.

Según explica Lifegate.com, el 30 de septiembre Marinova había transmitido en su programa matinal una entrevista don dos periodistas de investigación, el búlgaro Dimitar Stoyanov y el rumano Attila Biro, ambos en plena tarea de investigación sobre un grande a gran escala relacionado con fondos de la Unión Europea.

La opinión pública tenía pocas dudas sobre el hecho de que podría tratarse de un caso “politicamente motivato”, explica a la Deutsche Welle Daniel Kaddik, director de la sede de la Fundación Friedrich Naumann para la libertad en Bulgaria. En la clasificación mundial de la libertad de prensa elaborada por la ONG Reporteros sin fronteras (RSF), el País está en el puesto 111°, el peor ranking europeo.

Las autoridades sin embargo excluyeron esta pista. Tras una orden europea de detención, la policía alemana arrestó el martes 9 de octubre en el Land de la Baja Sajonia, en el norte de Alemania, a un ciudadano búlgaro de 21 años, anteriormente buscado por homicidio y violación. Según fuentes búlgaras, el ADN encontrado en el lugar del delito corresponde con el del hombre.

Aunque el homicidio ha devuelto la atención sobre el estado de la libertad de prensa y sobre la corrupción en Bulgaria, el periodista y experto en Bulgaria, Frank Stier, pidió en el sitio de la Deutsche Welle (10 octubre) más cautela por parte de los medios de comunicación y de los periodistas para evitar conclusiones precipitadas.

Bomba contra Daphne Caruana Galizia

Después de la periodista sueca Kim Wall, asesinada en agosto de 2017 por el excéntrico millonario e inventor danés Peter Madsen a bordo de su minisubmarino Nautilus, Marinova ha sido la tercera mujer periodista en ser asesinada en los últimos 14 meses en Europa.

Hace justo un año, el 16 de octubre de 2017, perdía la vida en un atentado la periodista de investigación y bloguera maltesa Daphne Caruana Galizia. Fue asesinada mediante una bomba lapa adosada al automóvil que poco antes había alquilado. Solo dos semanas antes de su brutal muerte, la bloguera había presentado una denuncia porque había recibido amenazas de muerte.

Como periodista de investigación, Daphne Caruana había contribuido a sacar a la luz el escándalo de los llamados Panama Papers y en particular los Malta Files, de los que se desprende que el pequeño archipiélago y Estado del Mediterráneo, miembro de la UE desde el 1 de mayo de 2004, se ha convertido en un paraíso fiscal, más aún, en una especie de “base pirata” para la evasión fiscal dentro de la UE. Para obtener un pasaporte maltés basta ingresar un millón de euros en las cajas de La Valletta, al parecer.

La bloguera no había dudado en apuntar un dedo acusador contra el actual primer ministro maltés, Joseph Muscat, y su mujer Michelle, y sus vínculos, entre otros, con el régimen de Azerbayán y el poderoso sector petrolífero del joven país, que obtuvo la independencia de la entonces Unión Soviética (URSS) en 1991.

El asesinato de Jan Kuciak

También el joven periodista eslovaco Jan Kuciak (nacido en 1990), que colaboraba con el sitio Aktuality.sk, estaba investigando sobre la evasión fiscal en su país, entre otros, los casos de fraude fiscal vinculados a personas cercanas al partido SMER SD (de SMER – Sociálna Demokracia, o sea, Dirección – Socialdemocracia) del entonces primer ministro Robert Fico, y los vínculos entre la política y la ’ndrangheta calabresa.

Jan Kuciak è stato ucciso assieme alla sua fidanzata, Martina Kusnirova, con disparos el pasado 21 de febrero dentro de su casa, convirtiéndose así en el primer periodista eslovaco en perder la vida por su actividad profesional desde la independencia del país, el 1 de enero de 1993, tras la escisión de Checoslovaquia.

La eurodiputada eslovaca Anna Zaborska, miembro del Grupo del Partido popular europeo (Democristianos), definió el homicidio de Kuciak una “mancha negra, no solo para la imagen de nuestro país, sino de toda la UE”. “Europa – dijo a la Deutsche Welle – debe reforzar la persecución del fraude y de la corrupción”.

Se deteriora la libertad de prensa

Aunque en los casos de los homicidios de Kim Wall y Viktoria Marinova su actividad profesional no estuviera en el origen de su brutal asesinato, muchos expertos expresan preocupación por el deterioro de la libertad de prensa en Europa. Impactan por ejemplo los tonos muy encendidos e incluso degradantes utilizados por algunos políticos contra los medios de comunicación y la prensa.

El presidente de la República Checa, Milos Zeman, se presentó por ejemplo el año pasado en una rueda de prensa con una imitación de un kalashnikov y la inquietante inscripción “para periodistas”. Tampoco el ex primer ministro eslovaco Robert Fico escondía su aversión hacia los periodistas, llamándoles por ejemplo “hienas idiotas” y “sucias prostitutas anti-Eslovaquia”, recuerda la Deutsche Welle (25 abril).

La situación europea sigue siendo, con todo, menos dramática respecto a otras partes del globo, como China, Egipto, Turquía y México. Mientras en la Turquía de Erdogan decenas de periodistas se encuentran actualmente en la cárcel, en México es asesinado de media al menos un cronista o colaborador de la prensa al mes.

En este país, en el año 2017, las víctimas fueron 15, y en lo que va de año han muerto ya 11, según consta en los datos recogidos por Wikipedia en lengua española. Sin embargo, no en todos los casos la muerte está relacionada con la actividad periodística, como quizás en el caso del homicidio de Sergio Martinez Gonzalez, que tuvo lugar el pasado 3 de octubre en el Estado de Chiapas.

Con ocasión de la 25ª edición del prestigioso premio Prix Bayeux Calvados-Normandie des correspondants de guerre, el presidente de Reporteros sin fronteras, el periodista y escritor francés Christophe Deloire, anunciaba el 11 de octubre que en 2018 han sido asesinados ya 56 periodistas, 29 de los cuales (más de la mitad) eran corresponsales de guerra. La cifra está en aumento respecto al año pasado, en el que las víctimas fueron 55, recuerda el diario La Croix.

 

 

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