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Una reflexión sobre las redes sociales y el eterno inconformismo con la vida

(catholic-link.com).-La primera y más conocida película que es un hito y marca el inicio de los «reality shows», es actuada por el tan conocido Tom Hanks, y se llama «Truman Show». A partir de entonces, empiezan a surgir en distintos canales, episodios casi diarios, de la vida de un grupo de personas que son filmadas en su vida cotidiana. La vida privada se convierte en pública e incluso, se ve manipulada por los intereses de la mayoría.

Las redes sociales

Esta cultura del «exhibicionismo» aumenta de una manera preocupante cuando surgen las redes sociales. Empieza a ser común, tomar fotos de momentos entre amigos, un almuerzo de domingo familiar o una salida para divertirse y en principio, es algo que no tiene nada de malo.

Lo complicado es que poco a poco se convierte en una fiebre, y en general se vuelve una adicción el experimentar una necesidad de compartir la propia vida. Estamos demasiado pendientes de la cantidad de likes que recibimos por esas fotos. Eso lleva a que le demos más importancia a la aceptación y valoración que los demás tienen de nuestros momentos personales, que esas experiencias únicas que vivimos con los amigos y familiares.

1. «Truman Show Delusion»

Es el nombre de una patología que la persona experimenta cuando se siente como si estuviera dentro de un set. Se trata de una psicosis y tiene riesgos para nuestra salud mental. Lo triste es que las cada vez más difundidas y omnipresentes redes sociales apuntan a eso.

Uno diría que las redes sociales son neutrales, dependiendo del uso que le demos. Sin embargo, van generando una serie de formas de vivir, que interfieren por sí mismas en la manera como nos acercamos a la realidad. Cambia nuestra manera de pensar, de comprender la realidad, de relacionarnos con los amigos —incluso los más cercanos— y de entender la propia vida.

Sentimos que constantemente necesitamos la aprobación de todas nuestras acciones, pasando por filtros de valoración. Algo muy grave porque lo que hacemos, vivimos y experimentamos… pierde el valor que tiene como realidad vivida, y pesa más lo que sucede en las pantallas de los celulares.

2. «Black Mirror»

Troy Patterson, redactor del NYT, nombraba hace años el fenómeno exhibicionista de la vida privada como una «cacotopía». Una visión futurista de una sociedad concentrada en un declive moral, debido a la tecnología, que empieza de a pocos a menospreciar el valor de la vida humana.

Series como «Black Mirror» son interesantes, porque —aunque sean series o incluso películas— retratan un futuro no muy lejano con base a la tecnología que existe actualmente. Es decir, muestran una sociedad futura, que muy bien podría existir con las capacidades tecnológicas que ya tenemos hoy en día.

¿Qué está pasando?, ¿por qué esa «vida virtual» gana día a día más peso e importancia que nuestra existencia cotidiana?, ¿por qué tantos jóvenes empiezan a preferir las relaciones a través de las pantallas, que un encuentro cara a cara en un parque, jugando futbol, etc…?

Esto daría como para un ensayo, pero me parece que toca un problema mucho más serio y grave que este fenómeno descrito sobre las redes sociales. Creo que por detrás de lo que he escrito, se encuentra una profunda frustración con la vida, y una dificultad muy grande por descubrir el sentido o propósito de la vida. Lo cual nos lleva a buscar en la tecnología, una forma de saciar el vacío, tristeza o soledad personal.

3. ¿Cómo encontrar una respuesta ante ese problema?

Pienso que el camino ante esa complicada situación empieza dentro de nuestro propio corazón. Esforzándonos por abrir el interior a nuestra familia, nuestros mejores amigos, sin tener miedo al rechazo, a la incomprensión o la desilusión.

Lo peor que podemos hacer es huir de nosotros mismos, y refugiarnos detrás de una pantalla digital. Así que ánimo, no nos dejemos ganar por esta cultura que ensalza la tecnología de una forma exagerada y busquemos retomar la importancia de una mirada cariñosa, una caricia en la mejilla, un abrazo fraterno, un te quiero que brota del corazón.

No se trata de ser negativos con la tecnología, pero sí de rescatar muchas formas de manifestar nuestro cariño y amistad entrañable. Así como cuando no existía otra forma de hacerlo, que estando frente a frente.

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