CULTURA DIGITAL

La pandemia puede ser ocasión de escucha del mensaje Evangélico

Por segunda vez el Santo Padre graba un video-mensaje para el servicio litúrgico de Pentecostés del Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que promueve el movimiento “Thy Kingdom Come”

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Video:

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(vaticannews.va).- El Papa Francisco grabó un video-mensaje para ser transmitido como parte del servicio litúrgico de Pentecostés del Arzobispo de Canterbury, Su Gracia Justin Welby. Recordamos que el período entre la Fiesta de la Ascensión y Pentecostés es, tradicionalmente, un tiempo de oración por la unidad de los cristianos.

Pentecostés

Pentecostés celebra el momento en que, por el poder del Espíritu Santo, pueblos de diferentes lenguas se unieron para escuchar y aceptar el primer anuncio de la resurrección de Jesús. En el hemisferio sur, muchos países reservan estos días a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Por su parte, el Arzobispo Welby, al promover el movimiento Thy Kingdom Come, ha hecho de este momento una ocasión especial para que los cristianos se unan en oración por la evangelización del mundo.

Que los cristianos estén más profundamente unidos

En su video-mensaje, el Papa Francisco implora que los cristianos estén más profundamente unidos como «testigos de la misericordia de la humanidad duramente probada» y recuerda:

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“No podemos pedir a la humanidad que se mantenga unida si vamos por caminos diferentes”

Contagio de vida y contagio de muerte

Además, el Santo Padre contrapone el «contagio» de vida obrado por Dios en el mundo en Pentecostés al contagio de muerte que ha devastado al mundo durante la pandemia de coronavirus. Y describe al Espíritu como el Consolador, como la cercanía de Dios que «nos da la certeza de no estar solos» y «la fuerza gentil que siempre da valor, incluso en el dolor».

El Papa reza asimismo por los líderes mundiales y manifiesta su esperanza de que la pandemia pueda ser una ocasión de escucha del mensaje evangélico de arrepentimiento anunciado por Pedro en el primer Pentecostés. Con palabras incisivas, advierte acerca de la necesidad de no estar «anestesiados” ante el grito de los olvidados y del planeta herido» y observa que no será posible volver a nuestro antiguo estilo de vida.

Esta es la segunda vez que el Papa contribuye con un video-mensaje a Thy Kingdom Come. El año pasado, durante el retiro que el Santo Padre y el Arzobispo de Canterbury ofrecieron junto con los líderes espirituales y religiosos de Sudán del Sur en la Casa de Santa Marta, el Arzobispo Welby había invitado a Francisco a grabar un mensaje en su teléfono. Esta participación del Papa demuestra su apoyo al movimiento Thy Kingdom Come, que el Arzobispo ha querido como un llamamiento a la unidad, en escucha de la oración de Jesús (Jn 17, 21):

“Para que todos sean uno… para que el mundo crea”

Fuente: https://bit.ly/2Xl19XS

Vídeo mensaje del Santo Padre Francisco con motivo del evento «Thy Kingdom Come», 31.05.2020

Publicamos a continuación el texto del mensaje de vídeo que el Santo Padre Francisco envía a Su Gracia Justin Welby, Arzobispo de Canterbury, y a los participantes del movimiento mundial de oración Thy Kingdom Come en la solemnidad de Pentecostés:

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Queridos hermanos y hermanas,

Me uno con alegría al arzobispo Justin Welby y a todos vosotros para compartir lo que llevo en mi corazón. Es Pentecostés: recordemos el día en que el Espíritu de Dios descendió con poder. Desde ese día la vida de Dios se difundió entre nosotros, trayéndonos una esperanza nueva , una paz y una alegría hasta entonces desconocidas. En Pentecostés Dios contagió de vida al mundo ¡Cuánto choca con el contagio de la muerte que desde hace meses infecta la Tierra! Entonces, nunca como hoy es necesario invocar al Espíritu Santo, para que derrame la vida de Dios, el amor, en nuestros corazones. De hecho, para que el futuro sea mejor, es nuestro corazón el que debe mejorar.

El día de Pentecostés, los pueblos que hablaban lenguas diversas se encontraron. En estos meses, sin embargo, se nos pide que observemos medidas justas y necesarias para distanciarnos. Pero podemos entender mejor dentro de nosotros mismos lo que sienten los demás. Nos acomunan el miedo y la incertidumbre. Tenemos que levantar tantos corazones desconsolados. Pienso en lo que decía Jesús cuando hablaba del Espíritu Santo: Usaba una palabra en particular, Paráclito, es decir, Consolador. Muchos de vosotros habéis sentido su consuelo, esa paz interior que nos hace sentir amados, esa fortaleza suave que siempre da valor, incluso en el dolor. El Espíritu nos da la certeza de que no estamos solos, sino sostenidos por Dios. Queridos amigos, lo que hemos recibido debemos darlo: estamos llamados a difundir el consuelo del Espíritu, la cercanía de Dios.

¿Cómo hacerlo? Pensemos en lo que nos gustaría tener ahora: consuelo, aliento, alguien que nos cuide, alguien que rece por nosotros, que llore con nosotros, que nos ayude a enfrentar nuestros problemas. Por lo tanto, lo que queramos que nos hagan los demás, hagámoslo con ellos (cf. Mt 7,12). ¿Queremos ser escuchados? Escuchemos. ¿Necesitamos que nos animen? Animemos. ¿Queremos que alguien nos cuide? Cuidemos de los que no tienen a nadie. ¿Necesitamos esperanza para el mañana? Demos esperanza hoy. Hoy asistimos a una trágic carestía de esperanza. ¡Cuántas heridas, cuántos vacíos sin llenar, cuánto dolor sin consuelo! Hagámonos entonces intérpretes del consuelo del Espíritu, transmitamos esperanza y el Señor nos abrirá nuevas sendas en nuestro camino.

Siento que comparto algo propio en nuestro camino. Cuánto me gustaría que, como cristianos, fuéramos cada vez más y más juntos testigos de la misericordia para la humanidad, duramente probada. Pidamos al Espíritu el don de la unidad, porque difundiremos la fraternidad solamente si vivimos como hermanos entre nosotros. No podemos pedirle a la humanidad que permanezca unida si nosotros vamos por caminos diferentes. Recemos entonces los unos por los otros. sintámonos responsables los unos de los otros.

El Espíritu Santo da sabiduría y consejo. Invoquémoslo en estos días sobre cuantos están obligados a tomar decisiones delicadas y urgentes, para que protejan la vida humana y la dignidad del trabajo. Que se invierta en esto: en la salud, en el trabajo, en la eliminación de las desigualdades y la pobreza. Nunca como ahora habíamos necesitado una mirada llena de humanidad: no podemos empezar de nuevo a perseguir nuestros propios éxitos sin preocuparnos por los que se quedan atrás. Y aunque tantos lo harán, el Señor nos pide que cambiemos de rumbo. Pedro, el día de Pentecostés, dijo con la parresía del Espíritu: «Convertíos» (A 2,38), es decir, cambiad de dirección, invertid la dirección de marcha. Necesitamos volver a caminar hacia Dios y hacia el prójimo: no separados, no anestesiados ante el grito de los olvidados y del planeta herido. Tenemos que estar unidos para hacer frente a las pandemias que se propagan: la del virus, pero también el hambre, las guerras, el desprecio por la vida, la indiferencia. Sólo caminando juntos llegaremos lejos.

Queridos hermanos y hermanas, vosotros difundís el anuncio de vida del Evangelio y sois un signo de esperanza. Os lo agradezco de corazón. Pido a Dios que os bendiga y a vosotros os pido que recéis para que me bendiga. Gracias.

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