Presentada en el Palazzo Borromeo, la película explora la relación del Papa Pacelli con el cine, «un tema hasta ahora descuidado por los historiadores», destacó el padre Dario Viganò
(vaticannews.va/it).-Dos fotogramas llaman la atención y la imaginación, pero también la emoción de quienes los miran. En la primera, el Papa Pío XII está sentado en la silla gestatoria. Su apariencia es solemne y bendice a quienes lo rodean y se mantiene en un nivel más bajo que su figura. El segundo es el propio Papa Pacelli, vestido de blanco, inmerso en una multitud gris que se aprieta para acercarse a él y contarle los miedos y ansiedades que cayeron sobre Roma durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Son dos momentos diferentes de una misma persona, capaces de contar con gran intensidad un cruce que marcará un cambio, una forma diferente de comunicarse. En el Palazzo Borromeo, en la Embajada de Italia ante la Santa Sede, se presentó el documental El cine de Pío XII entre la guerra y el silencio. La película es el resultado de un proyecto financiado por el Ministerio de Universidad e Investigación (MUR) y llevado a cabo por tres universidades italianas: la Universidad de Milán, la Universidad «Suor Orsola Benincasa» de Nápoles y la Universidad Telemática Internacional UNINETTUNO.
Tiempos cambiantes
El documental explora la relación entre Pío XII y el cine, «un tema hasta ahora descuidado por los historiadores», destacó el padre Dario Viganò, director del Centro CAST (Catolicismo y Estudios Audiovisuales) de la Universidad Telemática Internacional UNINETTUNO. La apertura de los archivos vaticanos y el descubrimiento de nuevos documentos ofrece la posibilidad de comprender la versatilidad de la figura de Pío XII. Uno de estos aspectos es precisamente su relación con el cine. «Es muy interesante, por ejemplo -señala Viganò-, cómo el Pontífice está viviendo un momento paradójico: por un lado, el cine está en su apogeo, es el gran medio de masas del siglo XX, por otro lado, sin embargo, precisamente en el momento en que logra realizar lo que se llama el pontificado global, a través, por ejemplo, del documental Pastor Angelicus, el propio cine hace visibles, tal vez como nunca antes en aquella época, los signos de un inicio hacia la secularización de la sociedad». El director del Centro CAST concluye: «Por un lado, muestra una Iglesia triunfante con Pío XII, una Iglesia a la que se hace referencia: basta recordar el Jubileo de los años cincuenta, del gran retorno de los ateos, de los agnósticos. Pero si el cine se utiliza como herramienta para contar la centralidad de la Universalidad de la Iglesia Católica, la misma herramienta se convierte al mismo tiempo en la que modificará precisamente esos estilos de vida y valores que la Iglesia Católica se esfuerza cada vez más por mostrar como normativos de la experiencia humana».
Cine: potente herramienta de comunicación
El pontificado de Pío XII pasó por un período histórico crucial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. El cine, en aquellos años, se había convertido en un medio de comunicación de masas muy poderoso, y el Pontífice supo aprovecharlo para difundir el mensaje católico. El documental se desarrolla sobre todo a través de dos películas clave del pontificado: Pastor Angelicus y War on War. La primera esboza la figura del Papa y su ministerio, relatando un día típico entre su vida privada y sus deberes públicos, mientras que la segunda es una película programática para condenar el uso de la violencia e indicar en la fe cristiana el único antídoto contra los conflictos. Sin embargo, señaló uno de los ponentes, el corresponsal vaticano de Tg1 Rai Ignazio Ingrao, «la guerra contra la guerra acaba resultando un fracaso, tal vez porque la intención pedagógica es demasiado evidente». El pastor Angélico, en cambio, alcanzó un éxito extraordinario y contribuyó a alimentar la fuerza de la figura de Pío XII.

«Pastor Angélico»
«Los gestos de Pío XII parecen hechos especialmente para el cine: la bendición de la silla gestatoria, los brazos extendidos en el barrio de San Lorenzo después de los bombardeos, la expresión concentrada en la oración», señaló Ingrao, que subrayó la diferencia entre la atención de Pío XII al cine y la de los regímenes totalitarios de la época, en referencia a Hitler. Mussolini y Stalin. «Mientras que este último utilizaba el cine como instrumento de propaganda y de manipulación de las masas, Pío XII lo veía como un medio para difundir los signos de la fe cristiana, de la liturgia y de apertura al misterio». El documental presentado en el Palazzo Borromeo, que estará disponible para todos en la biblioteca digital de la Fundación MAC, también explora la relación entre el cine de inspiración católica después de la Segunda Guerra Mundial y el neorrealismo, que según el corresponsal de GR1 en el Vaticano, «tiene como objetivo mostrar el compromiso de la Iglesia para ayudar a los pobres, para levantar a la población doblada por las consecuencias del conflicto mundial».
La importancia de los gestos
El documental logra con gran eficacia poner de relieve dos aspectos del pontificado: el magisterio y la figura histórica del Papa Pío XII. El profesor Christian Uva, profesor de DAMS de la Universidad Roma Tre, explica: «Una figura de muy alto perfil, por lo tanto, todavía vinculada a una historia que nos hace pensar en el poder, de cierta manera, en algo físicamente separado de la llamada masa. Esas masas en el siglo XX se convierten en protagonistas de la historia. El mismo documental muestra muy claramente cómo en algunas ocasiones el Papa se sumerge literalmente, es casi tragado por estas masas». El profesor Uva también señala que el episodio de los dos bombardeos romanos es un punto de inflexión fundamental del que se pueden sentir algunos signos en el documental: «Hasta esa fecha, el tipo de representación hierática tendía a dominar: el Papa aparece en ocasiones formales en la silla gestatoria, con vistas al balcón, pero también hay ocasiones en las que está muy cerca de la multitud, Lo toca y es tocado por él. Son esas imágenes que luego se nos harán más familiares a partir de Juan XXIII y que damos por sentado, pero que en realidad no lo eran en absoluto, hasta esa fecha». La visita de Pacelli a San Lorenzo y San Giovanni en el verano del 43 permite, explica el profesor, soldar idealmente estas dos dimensiones, que se convierten en las dos caras de una misma moneda.