(jornada.com.mx).-La iglesia católica alertó a la sociedad sobre la “sicosis inducida por ChatGPT”, según la cual “algunas personas aseguran haber recibido misiones divinas o mensajes de Dios a través de este tipo de modelos de inteligencia artificial”.
Esto es una confusión que refleja el “hambre espiritual que muchos viven”, así como una “preocupante desconexión de las fuentes auténticas de fe”. En ese vacío, la tecnología mal comprendida puede convertirse en un ídolo, en una ilusión de sentido.
El editorial del semanario Desde la Fe, editado por la Arquidiócesis Primada de México, llamó a las personas a no olvidar que “el Espíritu Santo –no la inteligencia artificial– es nuestra verdadera fuente de sabiduría, entendimiento y consejo. El Espíritu nos guía, nos consuela, nos impulsa, y sobre todo, nos da vida”.
Agrega: “cada don que poseemos proviene de Él y tiene una misión concreta: servir al prójimo, transformar la realidad y construir el Reino de Dios aquí y ahora”.
A propósito del día de Pentecostés que es el segundo domingo más importante para la iglesia después de la Pascua, la publicación advierte que “el Espíritu Santo sigue actuando con fuerza en el mundo, derramando sus dones sobre cada uno de nosotros para que, desde nuestras capacidades y talentos únicos, podamos contribuir a la edificación de una sociedad más justa, más humana y más fraterna”.
No obstante, en medio del desarrollo tecnológico, existe el riesgo de que la sociedad se deje llevar por las herramientas digitales, la inteligencia artificial, los modelos como ChatGPT –útiles, potentes y versátiles– que han transformado la manera de vivir, trabajar, comunicarnos y hasta buscar sentido.
Pero ninguna tecnología puede sustituir el valor sagrado de los dones que Dios ha sembrado en cada ser humano, subraya el editorial.
Enseguida, hace un llamado para que desde todos los ámbitos se promueva el desarrollo integral de niños y jóvenes. “Que se abran espacios donde puedan descubrir, cultivar y poner al servicio sus talentos”.
Subrayó la importancia de dejar de “formar únicamente consumidores de tecnología, y en su lugar eduquemos personas capaces de aportar su luz única al mundo, con una mirada crítica hacia la tecnología que les permita discernir cómo utilizarla en favor del auténtico desarrollo humano, del bien y de la verdad”.