(catholic-link.com).-¿Alguna vez has sentido que no puedes más con la evangelización en redes sociales? ¿Que nadie te escucha, que no sabes por dónde empezar o que estás solo en esto? No eres el único. Muchos evangelizadores digitales, desde catequistas hasta jóvenes influencers católicos, experimentan luchas comunes.
Este artículo quiere ponerles nombre, normalizar estos dolores y darte pistas de esperanza para afrontarlos con fe y creatividad. ¿Te identificas con alguno?
1. «No tengo tiempo para evangelizar»

Trabajo, estudio, familia, compromisos… y las redes, además. ¡Es mucho! Pero recuerda las palabras de Jesús: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia» (Mt 6,33).
Como afirmaba el Papa Francisco: «El tiempo es superior al espacio» (Evangelii Gaudium, 222), lo que significa que no se trata de ocupar muchos espacios, sino de generar procesos. Evangelizar no siempre requiere horas; a veces basta una palabra bien dicha o una imagen inspiradora.
Una joven catequista contaba que solo podía publicar los domingos por la noche. Y, sin embargo, sus publicaciones eran profundamente significativas para muchos. A veces, no se trata de cantidad, sino de calidad y corazón.
Sugerencia práctica: Elige un día a la semana para programar contenido o hacer oración digital. Dios bendice la fidelidad más que la frecuencia.
2. «No tengo los recursos (ni cámara, ni micrófono, ni nada) como otros evangelizadores»

El síndrome del «necesito más cosas para empezar» paraliza. Pero el Evangelio se anunció primero sin WiFi, ni luces, ni edición; recuerda que los apóstoles no tenían celular y mucho menos listas de difusión en WhatsApp. Lo esencial no son los medios, sino el mensaje.
San Pablo escribía cartas desde la cárcel… ¡y hoy son Palabra de Dios! Así que no subestimes el poder de un post sencillo, una historia, un audio desde tu celular.
El Papa Benedicto XVI decía que «la verdad no se impone por la fuerza, sino por la misma fuerza de la verdad» (Caritas in Veritate, 1). No necesitas lo último en tecnología, sino autenticidad en el testimonio.
Sugerencia práctica: Comienza con lo que tienes. Usa tu celular, tu voz, tus palabras. Lo importante es que sea auténtico y venga del corazón.
3. «No sé qué decir (y creo que otros evangelizadores ya lo han dicho todo)»

El miedo al qué dirán o el temido «bloqueo creativo» es real. Pero el Espíritu Santo no te abandona: «Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir… el Espíritu de su Padre hablará por ustedes» (Mt 10,19-20).
Un joven evangelizador contó que su publicación más compartida fue una oración espontánea que escribió en un momento difícil. No buscaba impacto, solo desahogarse… y tocó muchas almas.
Como enseña San Agustín: «Entra en tu corazón… y desde lo más íntimo del hombre habla Dios» (Confesiones, libro X). Allí, en la oración sincera, surgen las palabras que transforman.
Sugerencia práctica: Reza antes de publicar. Pregúntate: «¿Qué necesita escuchar hoy una persona herida o en búsqueda?».
4. «Nadie me escucha / no tengo seguidores»

La frustración por la falta de impacto puede ser desmoralizante. Pero, ¿para quién estás evangelizando: para el algoritmo o para el Reino?
Recuerda la parábola del sembrador. No toda semilla cae en tierra fértil, pero eso no significa que dejarás de sembrar. Jesús predicó a multitudes, pero también a uno solo. A ti.
Santa Teresa de Calcuta lo resumía con sabiduría: «No se trata de hacer cosas grandes, sino de hacer cosas pequeñas con gran amor».
Sugerencia práctica: Enfócate en la misión, no en la visibilidad. Tu tarea es sembrar; Dios se encarga del crecimiento.
5. «Siento que estoy solo»

Muchos evangelizadores digitales trabajan aislados. Pueden tener miles de seguidores y, aun así, sentirse desconectados.
«No es bueno que el hombre esté solo» (Gn 2,18) aplica también en el apostolado. Busca una comunidad, aunque sea virtual, que ore contigo, te anime y te sostenga. Como recuerda el Papa Francisco: «Nadie se salva solo, que nos salvamos en comunidad» (Fratelli Tutti, 32).
Sugerencia práctica: Únete a grupos de evangelizadores, comunidades católicas online o parroquiales. No camines solo.
6. «Me agota pelear con los haters o la indiferencia»

Los comentarios agresivos o la falta de respuesta desgastan. El mismo Jesús fue rechazado, incluso por su propia gente. Y en la cruz, perdonó. Una evangelizadora confesaba que decidió responder a sus ‘haters’ con una oración privada por cada uno. Y eso cambió su corazón.
San Francisco de Sales aconsejaba: «Una palabra amable es mejor que mil reproches». A veces, callar es el camino más evangélico.
Sugerencia práctica: Aprende cuándo hablar y cuándo callar. A veces el silencio, unido a la oración, es el testimonio más poderoso.
7. «Estoy perdiendo el sentido o la alegría de evangelizar»

Este es el dolor más profundo. Cuando el anuncio se vuelve rutina o carga, se apaga el fuego. Pero recuerda: «Te basta mi gracia» (2 Co 12,9).
Evangelizar sin alegría es como ofrecer agua sin sed. Pero cuando redescubrimos el «por qué» evangelizamos, renace la pasión. Jesús te llama a ser luz, no a quemarte. El Papa Francisco nos recuerda: «No dejemos que nos roben la alegría evangelizadora» (Evangelii Gaudium, 83).
Sugerencia práctica: Haz una pausa si es necesario. Vuelve al origen: a la oración, a la Palabra, al primer amor. Dios no quiere más publicaciones, sino tu corazón.
Una última palabra para evangelizadores: ¡No estamos solos!

Jesús también vivió el cansancio, la incomprensión, la pobreza, la soledad. Pero nunca dejó de anunciar el Reino. Y tú tampoco estás solo. Él va contigo, incluso en el algoritmo.
¿Cuál de estos dolores has vivido tú? ¿Qué estrategia te ha ayudado a superarlo? ¿Te animas a escribir los 7 gozos del evangelizador digital? ¡Hagamos juntos que valga la pena el dolor! Comparte en los comentarios o con tu comunidad y sigamos creando puentes de fe en el mundo digital.