Los medios vaticanos entrevistaron al filósofo de la información y profesor de la Universidad de Yale sobre los riesgos y las oportunidades que conlleva la revolución digital impulsada por la inteligencia artificial. Para Floridi, la ética y la espiritualidad siguen siendo necesarias incluso en la era de los algoritmos.
(vaticannews.va).-“La espiritualidad del siglo XXI no es la misma que podríamos haber tenido hace apenas una generación. Debe ser una espiritualidad que no solo se recuerde, sino que se interprete de nuevo. Completamente de nuevo. Es decir, una espiritualidad que nos recuerde lo que significa ser plenamente humanos. Debemos escribir este nuevo capítulo. Una Iglesia y un Papa que nos ayuden a tener una espiritualidad del siglo XXI, digna y acorde con las tecnologías que hemos desarrollado, serían un verdadero éxito. Espero que esto sea posible”.
Este es uno de los extractos de la extensa entrevista que el filósofo Luciano Floridi concedió a los medios vaticanos sobre los desafíos que plantea la revolución digital y, en particular, la inteligencia artificial. Añade: “Intentar comprender más, tener un mayor impacto ético y confiar en la capacidad humana para resolver problemas que a veces parecen insuperables no solo es posible, sino un deber. Estamos sentando las bases de la sociedad digital del futuro, de una nueva era en la historia de la humanidad. Podemos hacerlo bien, sin duda mejor”.
Luciano Floridi, filósofo y director del Centro de Ética Digital de la Universidad de Yale, que él mismo fundó, es uno de los mayores expertos mundiales en ética y filosofía de la información. Sus conferencias, charlas TED y libros ( La differenza fondamentale , de próxima publicación por Mondadori ) han despertado el interés de innumerables personas en todo el mundo.
En esta entrevista con los medios del Vaticano, el profesor Floridi reflexiona sobre los grandes desafíos de la IA, destaca sus riesgos y oportunidades, y hace un llamamiento: «La responsabilidad del mundo académico, la investigación, la cultura, la construcción del conocimiento y quienes comunican —los medios de comunicación— es enorme. A finales del siglo XX, pensábamos que jugar con el relativismo y alarmar falsamente era algo intelectualmente inofensivo y sin consecuencias. Ahora estamos pagando las consecuencias. Si todos miráramos nuestras propias casas y empezáramos a poner orden, creo que nos ayudaría mucho».
