INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La IA debe servir y proteger los derechos fundamentales

Los obispos de los países de la Unión Europea apoyan en una declaración el trabajo para regular el uso de la inteligencia artificial y su impacto en los ciudadanos y consumidores. Subrayan la necesidad de una dimensión ética y responsable y piden a la comunidad internacional que elabore un tratado sobre este campo en constante expansión

Los sistemas de inteligencia artificial deben concebirse, diseñarse y aplicarse de modo que puedan servir y proteger a las personas y su entorno, desde una perspectiva ética que contemple, no sólo el crecimiento económico y tecnológico, sino también los derechos y valores fundamentales de los ciudadanos.

Así lo ha subrayado la Comisión de ética de los obispos de los países miembros de la Unión Europea, reunida en la COMECE, en una declaración de apoyo a las instituciones europeas en sus esfuerzos por aprobar el texto de la llamada AI Act sobre inteligencia artificial, que actualmente cuenta con un acuerdo provisional entre el Parlamento y el Consejo europeo.

Hacia la cuarta revolución industrial

Los obispos de Europa subrayan que asistimos a una aceleración sin precedentes en este ámbito, a un «salto gigantesco» hacia una cuarta revolución industrial en la que las fronteras entre el hombre y la máquina, entre lo natural y lo artificial, entre el mundo físico y el mundo virtual son cada vez más difusas.

La salud, la educación, el trabajo, la empresa, la industria y el transporte se renuevan rápidamente, pero esto va, inevitablemente, acompañado de cuestiones éticas.

Ninguna IA antropomórfica

Por eso, subraya la declaración, las inteligencias artificiales no deben tener forma humana. Entre otras cosas, porque la autonomía, la autoconciencia, la capacidad de elección, la libertad y la responsabilidad deben ser siempre distintas de las actividades de una «máquina inteligente». Sobre todo, la responsabilidad debe ser siempre clara y recaer en el ser humano, según el principio de precaución.

En este sentido, la COMECE espera con interés la directiva para la transparencia de la IA, propuesta por la Comisión europea, que pretende proteger al consumidor y arrojar luz sobre la propiedad intelectual de esta tecnología y sus productos.

La necesidad de un tratado internacional

Además, como pide el Papa Francisco, los obispos solicitan reiteradamente a la comunidad internacional que establezca un «tratado internacional jurídicamente vinculante para la regulación oportuna y éticamente fundada de la IA».

«Además de la responsabilidad de los Estados soberanos – se lee – las organizaciones internacionales deberían desempeñar un papel decisivo en la consecución de acuerdos multilaterales», fomentando las mejores prácticas, estimulando enfoques nuevos y creativos y alentando las iniciativas individuales o de grupo.

En este sentido, también debería fomentarse e intensificarse el diálogo con el sector privado que se ocupa de la inteligencia artificial.

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