TECNOLOGÍA

El olvido del alma en la era de los selfies

(interris.it/).-AAA Buscando el alma. Desaparecida de nuestras conversaciones, excluida de los periódicos, desterrada de las aulas universitarias y salones de pensamiento que cuenta, el alma está cada vez más ausente de la vida en una sociedad demasiado ocupada cuidando el cuerpo. Nuestra sociedad, la del fitness y el selfie, es al mismo tiempo la primera en ser desalmada. Desterrado de lugares públicos, al alma se le permiten algunas apariciones en poesía y literatura. Lucha por encontrar espacio incluso en el discurso religioso, donde a menudo es relegado a un segundo plano por otros temas considerados más urgentes y concretos.

En una sociedad materialista, donde lo que parece contar es sólo lo matemáticamente calculable y el aquí y ahora, se impone urgentemente la necesidad de reflexionar sobre esa parte espiritual del hombre que lo eleva por encima de la realidad material y animal. Pero el alma no se busca en Google y para hacerse cargo de esta investigación tendrá que ser filosofía, una ciencia que pueda interesarse por la vida humana sin reducir su campo de acción al aspecto material e inmediatamente perceptible por los sentidos.

No es casualidad que en Francia se hayan publicado dos ensayos que abordan, cada uno según la sensibilidad y el pensamiento del autor, el tema del alma. Estos son Anima de Michel Onfray (Albin Michel 2023) y L’abolition de l’âme de Robert Redeker (Editions du Cerf 2023). Ambos filósofos franceses vieron necesario abordar el tema del alma en un contexto ajeno y hostil a cualquier reflexión que vaya más allá de la realidad empírica. Los sabios aparecen como un grito de alarma, una última llamada, una denuncia del estado deplorable de una sociedad moribunda, que sufre una enfermedad mortal sin siquiera poder notarla.

Para el filósofo ateo Onfray, la muerte del alma es el resultado de la ola de nihilismo que está trastornando a la sociedad occidental y que está llevando al hombre a una crisis de identidad y significado. Por lo tanto, se vuelve vulnerable y el deconstruccionismo en curso altera la antigua forma de ver y pensar, llevando al hombre de un estado de ser espiritual y divino al animal y bestial. El moribundo Occidente avanza inexorablemente hacia una meta ya perceptible: el post-humano en el que toda realidad, habiendo perdido su alma, se cosifica. Si Dios está muerto como anunció Nietzsche – recuerda el filósofo – el hombre está en agonía; Y su futuro sólo puede ser inhumano.

El filósofo cristiano R. Redeker también habla del olvido del alma como una enfermedad de la sociedad actual. El alma – dice – ha sido abolida por el lenguaje común y la reflexión filosófica. «El alma ha desaparecido de la vida cotidiana de las masas. Se ha ausentado de la sociedad. Ya no es el tema de conversación, en la calle, en las familias, como lo fue en nuestra infancia». Sin embargo, descubierta por los griegos a través de Platón y profundizada por la tradición cristiana de dos mil años de antigüedad, la preocupación por el alma era la base del pensamiento occidental. Esta preocupación ha estimulado la reflexión filosófica, la poesía, la ficción, el teatro y la psicología (que conserva su nombre -psyché- aunque la ha expulsado de su campo de acción para obtener espacio entre las llamadas ciencias exactas).

Por esta razón, el hombre tiene una necesidad urgente de volver a rehabilitar el discurso sobre el alma para no vivir como un «huérfano del cielo». Según Redeker, la filosofía es lo peor. Como afirma Patocka, un sublime lector e intérprete de Platón, el alma está en el centro de la reflexión filosófica: da vida a la metafísica, la física, la moral y la lógica. Hoy la reflexión moderna ha matado a cada una de estas ramas del pensamiento, causando heridas sangrantes y una hemorragia del alma que es un vaciamiento de la filosofía misma.

Las consecuencias sociales de este olvido pueden ser (y a una mirada cuidadosa y desencantada ya lo son) devastadoras. Basta pensar en la familia, la sexualidad, los vínculos y la relación entre los sexos, el concepto de autoridad, lo que se consideraban valores, como la obediencia, el sacrificio y el altruismo… pero también a la escuela, a diferentes formas de arte, desde la literatura hasta el cine, la política, la salud y la medicina… Todas las realidades vaciadas de significado y remodeladas de acuerdo con un pensamiento que excluye cualquier posibilidad de una vida espiritual que vaya más allá de la dinámica corporal.

Las consecuencias están ante nuestros ojos: la mercantilización del cuerpo, la hipersexualización (con las depravaciones que siguen), la autoexposición social y la búsqueda espasmódica del consentimiento virtual, la obsesión por la aptitud y la salud, el desequilibrio psíquico, pero también la idolatría ecológica, la deriva de género que niega la realidad (binaria) de la sexualidad, la práctica del útero para alquilar, el aborto, la eutanasia, el abuso de drogas y las batallas por su legalización… Todo esto tiene que ver –y no puede ser de otra manera– con la desaparición del alma del horizonte humano. Cómplice de un pensamiento dominante que no permite la disidencia y que ha sentado las bases para una construcción de un futuro sin alma.

Lo que hemos llamado la primera sociedad sin alma, de hecho, mira hacia el futuro poniendo toda la esperanza en la tecnología y en la superación del potencial humano, sin tener en cuenta lo que durante siglos se consideró la parte más noble de su naturaleza, la espiritual. El hombre sin alma actúa inevitablemente en un estrecho campo de acción, sufre de miopía espiritual.

Incluso en Italia el debate está tomando forma tímidamente. Un ensayo del filósofo Francesco Agnoli titulado L’anima c’è e si vede18 pruebas de la existencia del alma (Il Timone 2023). Un ensayo que ofrece datos, citas, pistas y puntos de vista destinados a desenmascarar la ilusión materialista. El mérito del autor es despertar un interés y un debate que hoy parece alejado tanto de las aulas universitarias como de la vida cotidiana mientras persiste una distancia sideral entre quienes niegan a priori la existencia del alma y quienes, creyendo en ella, la convierten en un asunto privado y por tanto lejos de cualquier posibilidad de diálogo o debate racional.

La quête de l’âme, la búsqueda del alma, se presenta, por lo tanto, como uno de los principales desafíos para el hombre en una sociedad que ahora se ha vuelto materialista y nihilista, cosificada. El olvido del alma va de la mano con el olvido de Dios. Buscarlo, intuir su origen y destino, preservarlo, protegerlo y salvarlo se convierte hoy en una tarea urgente. Su búsqueda es una búsqueda de uno mismo, pero al mismo tiempo es una búsqueda de Dios. La nostalgia de la eternidad, la belleza y la verdad, son el motor que mueve y empuja a esta búsqueda.

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